Sección "La vida en Ohana": Capítulo 1
Ángela Pesce, Brand PR de Ohana, nos comparte sus experiencias bajo la modalidad de trabajo híbrido.
8 a.m en punto abría la oficina y luego de un rato mis compañeros empezaban a llegar con sus diversos estados de ánimo. Algunos somos más elocuentes que otros en la mañana, pero nada que un buen café no subsane. Y para cuando queríamos acordar, ya estábamos todos en sintonía charlando, riendo, contando anécdotas y chistes.
Los días en la oficina eran un poco así. Cuando uno se hacía un café, le ofrecía al resto. Cuando veías al otro concentrado y con auriculares, era señal de que no había que interferir con su trabajo a menos que fuese muy necesario. Las visitas al balcón eran claves para desconectar, pensar nuevas ideas e incluso dar unas palabras de aliento.
La experiencia en las oficinas es hermosa: la dinámica que se crea, el compañerismo, las charlas y la confianza fluyen de formas inexplicables, tanto como el tiempo. El tiempo, cuando uno está trabajando con personas que están en tu misma sintonía, vuela.
Si hay algo que definitivamente extraño de la presencialidad es eso, la intimidad que se genera cuando desayunás, almorzás y te ves cara a cara todos los días con alguien.
Pero… así como dicen que “la vida quita, pero también da” es que puedo no sólo valorar lo que la presencialidad brindaba, e ir en busca de eso los días que quiero salir de casa, sino que también puedo ver todo lo que ésta nueva metodología de trabajo (y vida) virtual me está ofreciendo. Trabajar desde casa hasta hace no mucho era IMPENSADO, y lo digo en mayúsculas porque realmente lo era.
Levantarse 1 hora antes para llegar a tiempo, cambió por sólo 20 minutos para darte una ducha y preparar el mate antes de sentarte y arrancar ¡y qué bendición no lidiar con la calle y el transporte público apenas despertás!
Las charlas, las anécdotas, los chistes y confidencias siguen siendo igual de importantes y divertidas, siguen fluyendo como cuando estábamos cara a cara cada mañana, solo que cambiaron de formato. Nunca miramos con tanto amor a los grupos de Slack y Whatsapp como hoy.
¿Las dinámicas son diferentes? Sí, lo son. Ya no tengo problemas en recibir un paquete a cualquier hora por no estar en mi domicilio. Mi gato Kiwi San agradece todo el tiempo de calidad que pasamos juntos, mientras salta y se acuesta en mi escritorio (a veces, en medio de una reunión 😹). A mi hora de almuerzo, tal vez la uso para darme una ducha, salir a comprar algo que necesito o simplemente desconectar (con todo lo que la palabra implica) y ver un capítulo de esa serie que me tiene atrapada en Netflix.
El tiempo laboral, se ha convertido en mí tiempo laboral donde la organización es algo importante, pero los beneficios no paran de hacerse notar.
Creo que todos teníamos un poco de miedo con esto del trabajo híbrido. ¿Y si no soy buena para organizarme? ¿Y si no cumplo con los objetivos y deadlines? ¿Cómo lograr que la comunicación sea fluida y no altere los procesos laborales? Mucha incertidumbre nos atraviesa desde el 2020. Pero si hay algo que hoy, casi dos años después, no es negociable en mi vida (y que tengo la suerte de tener en Ohana), es la flexibilidad laboral que el Covid-19 nos dejó.
La pandemia nos demostró que una nueva forma de trabajar, es posible. El trabajo remoto y por objetivos es el nuevo paradigma de crecimiento, eficacia y productividad.
Hoy más que nunca, sabemos que hay claridad sobre nuestras prioridades y expectativas, y que éstas no se negocian. Es por eso, que elijo conscientemente donde poner mi esfuerzo, para ver los mejores resultados. El balance entre la vida profesional y personal, es posible.